Jonás

Ninive, Irak

Oh, Jonás, tú que sobreviviste a ser regurgitado por una ballena, ¡perdona mis ofensas! Me apresuré, sabía que llegaba tarde a mi cita con el cadalso. Conté las horas que me quedaban de vida. Me puse a reflexionar sobre tu historia y, de pronto, capté el sentido de tu odisea. Me avergonzaba de mis actos. Me entró la risa y reí hasta que se me saltaron las lágrimas. Puse mis esperanzas de futuro en manos ajenas y ahora ya sólo me queda rogar a Dios que se apiade de mi alma y la acoja en su vientre. Bregué con las manecillas del reloj para que moderaran su marcha. Me había hecho la loca año tras año, hasta que no me quedó más remedio que consentir. Ya fuera hábil como festivo, de noche como de día, tú te plegabas a su voluntad. Te educaste creyendo fervientemente en los milagros, hasta que la realidad se te impuso. Ay, hijo, ¿cuándo volveremos a vernos? No te olvides de tu madre y de Jesucristo, el fruto del seno de la Virgen María. La paz sea con vosotros, la paz del Todopoderoso. Un escuadrón de matones había irrumpido en Nínive. Dios los había enviado para que purgaran la faz de la tierra de descreídos de mente sucia. Tú tentaste y sellaste tu suerte al salir a su encuentro lanza en ristre.

De entre los navegantes, fuiste tú quien acabó cargando con las culpas. Te condenaron a ser arrojado por la borda. Una ballena te devoró y tú pasaste las de Caín en su interior. No obstante, alabado sea Dios, que prohibió a la ballena que te hincara el diente y te hiciera picadillo. No estaba estipulado que te convirtieras en su merendola, sino en su prisionero. Lentamente, te habías ido hundiendo en las profundidades del mar. Caías al abismo atendiendo al canto de las ballenas. La presión del mar comenzó a hacerse insoportable. Justo cuando empezaste a pensar en rendirte, te percataste de que seguías con vida. Estiraste las piernas y te postraste ante Dios. Atormentado por tus oscuros pecados y rodeado por la negrura que se sedimenta en el estómago de una ballena que se desliza por las tinieblas del fondo del mar, te dirigiste a Dios diciendo: “Me arrodillo ante ti en este lugar que equidista de esta vida y la plus ultra. No hay más Dios que tú, alabado seas. Perdona mis ofensas.” Continuaste nadando por las tripas de la ballena hasta el cuadragésimo día, al cabo del cual, fuiste eyectado hacia el exterior. Estabas hecho un guiñapo. Dios así lo quiso.

No llegas a saber nadar y te habrías quedado en la tripa de la ballena hasta el día del Juicio Final. Dios te plantó en un cultivo de calabazas vinateras para que pudieras reposar la cabeza a la sombra de una pila de frutos comestibles con forma de cantimplora y después tuvieras con que saciar tus propios apetitos intestinos. Asimismo, Dios dispuso lo conveniente para que ni tú ni el resto de los miembros de su rebaño naufragara en la bilis negra que les palpitaba en el pecho a los humanos. Regresaste a tu ciudad natal y, de pronto, te encontraste con que todos habían abrazado ya la fe verdadera.

La moraleja reza: Se ha de creer en Dios para pertenecer a la brigada de los que aman a muerte. “Sé, pues, condescendiente, a la hora de servir a tu Señor y, de esta suerte, te ahorraras tener que pasar por el calvario de nuestro querido profeta, el de la ballena.” Me uno a la viña del Mismísimo, al club de los que se hallan en posesión de la verdad y la convicción de que son inmortales. Advierto que es más piadoso ejercer la paciencia que jalar y pegarse de bruces contra el suelo. Por ende, sin chistar ni mistar, libero mi alma y la dejo boyar por el universo, a rienda suelta, sin peso, sin ataduras. Surca el fondo del mar y vadea las nubes de tormenta. Finalmente, justo antes de meterse en el soportal del paraíso, se da media vuelta y arroja una semilla al vacío. Es la semilla de la que germinará la vida, ese rubí que nace sentenciado a durar sólo un rato.

 

Escrito por Yousria Salama.

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Si nos pusiéramos a reescribir las sagradas escrituras hoy por hoy,

a) ¡lo literarias que quedarían!

b) ¿cuánto habríamos de conservar de las versiones originales para que las resultantes sonaran verosímiles?