Caricatura de Nayi Al-Ali
Somos conscientes de que se trata de un tema espinoso y, como no queríamos que se os fueran encendiendo las pasiones a medida que diseccionabais este artículo con la mirada en la esperanza de encontrar vuestras opiniones refrendadas en nuestra disertación, hemos decidido no posponer la decepción que os espera. El equipo de Arabian Stories no desea posicionarse con juicios de valor de vertiente política en la polémica que atañe a la región en cuestión. No obstante, como es inevitable tomar decisiones en esta vida y la cosa enseguida se pone fea si las decisiones que uno toma no las funda en criterios que sea capaz de articular en oraciones coherentes desde un punto de vista sintáctico, el equipo de Arabian Stories intentará explicar a continuación por qué ha admitido a concurso relatos que giran en torno a lugares que, en la actualidad, la comunidad internacional considera que se encuentran en territorio israelí y, por ende, fuera del Mundo Árabe.
Como este proyecto tiene por objeto el estudio de la lengua y la literatura árabes, queremos defender criterios lingüísticos. El árabe clásico es lengua cooficial en el estado de Israel y, con independencia de lo que nos pueda parecer a nivel personal, el porcentaje de araboparlantes que hace referencia en árabe a Israel y a los territorios comprendidos dentro de sus fronteras con un término equiparable semánticamente al término que se emplea en español a tal efecto (“Israel”) es exiguo en el mejor de los casos. Como esta página no quiere adoptar una perspectiva prescriptiva a la hora de presentar la forma en que los árabes blanden su lengua materna para conquistar el mundo que los rodea, bajo la categoría denominada “Palestina” también se agruparán relatos que aludan a lugares sitos en lo que, hoy por hoy, la comunidad internacional reconoce como Israel. Creemos firmemente que los enfoques lingüísticos de tinte dogmático ya han causado un impacto bastante pernicioso en la manera que los árabes tienen de desplazarse por la esfera conceptual que nos permite a los seres humanos, por un lado, aproximar la realidad que se nos impone desde el exterior y, por otro, distanciarnos de ella.
Esperamos no haber causado daños irreparables a las sensibilidades que hayamos herido. De ser este el caso, esperamos que podáis perdonarnos. Es que nos cuesta resistirnos a la tentación, debe ser el arregosto que, con el melodramatismo que arrastra la literatura, le hemos tomado a ver cómo la sangre salpica hasta al apuntador.