Gracias

Nablus, West Bank

Gracias.

Dos montes, el Ebal y el Gerizim, uno frente al otro, uno oscuro y deshabitado, y el otro, poblado y animado. Los caminos se hallan infestados de apóstatas que ahora se dedican a aullar al vacío y sólo los lugareños saben cómo sortear sus emboscadas. Desde donde se encuentra, se ve la ciudad que se extiende en el valle. Sus luces brillan, ora como fuegos fatuos, ora como la bisutería engastada en un vestido de novia. Las nubes que se deslizan sobre ella se tornan del color púrpura de lo derramado en pos de la independencia.

Se había pasado los últimos años haciendo oídos sordos al grito de auxilio de su gente, todo para, al final, darse la vuelta un día y hallarse completamente sola. Fue entonces cuando decidió regresar a la ciudad de la que conservaba un recuerdo agridulce. Había sido un arduo camino de vuelta y tener que escalar hasta la cima del monte no había ayudado a efectos de aligerarle la carga que llevaba sobre los hombros. Pero ahora ya estaba allí, frente a ella, para recibir ...Leer más

Alambres intestinos

Sheep in Gaza, Palestine

Se fue la luz y la bóveda celeste cerró el chiringuito. Reinaba un murmullo ahogado y sostenido. La gente se había congregado en torno a las llamas titilantes de unas velas agrupadas sobre el suelo. La gelidez de una noche sin luna nos clavaba los colmillos. Los fantasmas que habitaban entre nosotros nos recitaban el silbido de las balas al oído. La madre del bebé que hasta hacía un instante había estado llorando desconsoladamente logró pacificarlo llevándoselo al pecho y el niño se puso a mamar con voracidad lo que esperaba que le saturara por dentro y le anegara la angustia que sentía y a la que aún no podía adjudicar término.

La oscuridad hizo que nos comenzaran a pesar los párpados. Algunos lograron conciliar el sueño, pero al resto nos latía demasiado rápido el corazón y la mente nos bombardeaba con imágenes de esas que encienden las pasiones. Recuperé mi vieja radio de bolsillo del fondo de un cajón. Estaba que se caía a cachos, pero esperaba que me aguantara por lo menos hasta el amanecer, porque confiaba poder ...Leer más

El distrito de Shujaiya

Family running away in Gaza

“Buenos días, queridos telespectadores de esta gran nación.

Antes de comenzar el programa matutino de hoy, quisiera tejer el relato de lo ocurrido anoche, pues no sólo hemos de abonar la tierra con nuestros seres queridos, cuyos descuajeringados miembros han de encontrar eterno reposo en una fosa común, sino que también hemos de rezar una plegaria por sus almas, que, a diferencia del chasis, no encuentran sepultura y se quedan vagando a este lado de la orilla, imbuyendo en los vivos el deber de atenerse al pacto de sangre que se ha sellado con ellos. De camino a la oficina, la calle se extendía tan sumamente salpicada por restos mortales que me he visto en la obligación de ponerme de puntillas para evitar pisar un tramo sobre el que aún yaciera el cuerpo inerte de un niño. Con la cabeza gacha, trataba de avanzar espantando a manotazos la escenificación de la barbarie que se desplegaba ante mí. No quería acabar de constatar el truculento decorado. Sobre una pila de escombros, vislumbré los dedos de Mariam y, a ...Leer más

Aspira a hacer realidad tus sueños

Acre, Israel

Mi trágica historia se remonta a 1948, el año en que mi pueblo fue condenado al exilio. Yo me hallaba sentado con mis hijos frente a la chimenea, bebiendo té a sorbos para entrar en calor. Alguien comenzó a aporrear la puerta con tal vehemencia que, por un momento, pensé que esta iba a ceder y romperse en mil pedazos. Mi mujer y mis hijos corrieron a esconderse en un rincón de la casa y yo abrí la puerta. Se trataba de un grupo de soldados israelís. Antes siquiera de que pudiera abrir la boca y preguntar por el propósito de su visita, uno de los soldados me ordenó en árabe que abandonara mi domicilio. Mi corazón me dio un vuelco. ¿Qué les iba a decir a mis hijos? ¿A dónde íbamos a marcharnos?

Al relatarle a mi esposa lo sucedido, esta prorrumpió en llanto. En aquel momento, me limité a hacer lo único que estaba en mi mano, dadas las circunstancias. La estreché contra mí y traté de consolarla diciendo:

-No desesperes aún, mujer. Con la ayuda de Dios, algún día ...Leer más

Las aceitunas y los extranjeros

Al-Aqsa: La mezquita de la roca en Jerusalén

El cansancio acumulado lo derribó sobre el frío colchón. Puso las manos detrás de la cabeza y miró al techo: la pintura había empezado a desconcharse. Una chispa de melancolía rutiló en su mirada. Se trataba de la misma pesadumbre que, con el tiempo que llevaba asaeteándole, había conseguido que le saliera chepa. Para determinar el origen de su tristeza, decidió trasladarse mentalmente a cuando tan sólo era un niño.

Aquella mañana, se había despertado temprano. Una agorera nube negra le había encapotado el ánimo antes siquiera de que le diera tiempo a quitarse las legañas. Optó por ignorarla en un primer momento. Salió a la calle a jugar con sus amigos. No obstante, sus piernas no le respondieron; se le habían quedado agarrotadas. Se quedó observando largamente a los otros chavales, mientras estos corrían y reían. Finalmente, se encaminó hacia el río, que desde hacía días le hablaba en sueños. Avanzaba a zancadas, por lo que no tardó en perder a sus amigos de vista. Sintió cómo una lágrima se le escapaba de sus ...Leer más

Elige tu propia aventura

Me he enterado hace poco de que las aceitunas verdes y las negras proceden del mismo árbol. Al parecer, el color de la aceituna depende

a) de lo maduro que esté el fruto en el momento de la recolección y del proceso de fermentación al que se le someta.

b) del equilibrio de fuerzas que rija el apego a lo familiar y la ojeriza al extranjero con el que se alimente la simiente.