Un gesto simbólico

Salamiyah, Syria

Su cuñada vino a hacerle una visita cuando su marido estaba fuera de casa por cuatro días en un viaje de negocios. Venía a confesarle que se había enterado, supuestamente poniendo la oreja a lo que su hermano le comentaba por teléfono a un colega hacía poco, de que este tenía pensado divorciarse de ella en los próximos días. Le pidió, a su vez, que guardara en secreto que había sido ella quien la había avisado de lo que estaba a punto de acontecer.

—Nur, cariño, me he sentido en la obligación de venir a decírtelo, porque tú para mí eres como una hermana y me destroza por dentro que el sinvergüenza de mi hermano te esté haciendo esto. A lo mejor me he equivocado viniendo, pero he pensado que era mejor que lo supieras de antemano para que así pudieras hacer algo al respecto. Si quieres nos podemos sentar juntas y pensar qué ha podido desencadenar esto, para que, una vez hayamos determinado a qué se debe, podamos urdir un plan que evite que el divorcio tenga ...Leer más

Criaturas aladas de ralea variopinta

Idlib, Syria

La mañana en que el cielo quedó encapotado por una nube de humo, el aire quedó saturado de la pestilencia que desprenden los cadáveres y los ensordecedores alaridos que profirió la multitud ahogaron cuanto pudiera haber gestado un discurso hilado, el sol había salido como todas las mañanas, más dispuesto a brillar radiante si cabe.

Las festividades daban comienzo al día siguiente y el mercado se hallaba a rebosar de gente (mujeres, ancianos, niños y toda la pesca). Se había creado una atmósfera jovial y agradable. Yo me encontraba allí con mi hijo. En otras circunstancias, tanta animación me hubiera crispado los nervios. Resulta, pues, que no soy un gran entusiasta de ambientes ruidosos. En aquella ocasión, no obstante, poder apreciar lo contento que se le veía a todo el mundo hacía que el jaleo circundante no me molestara tanto.

Me quedé contemplando el olivo que se erguía en la plaza y me puse a fantasear con la perspectiva de que a mis hijos, al crecer en torno suyo, se les pegaran sus virtudes, a saber, fecundidad, altanería, fidelidad ...Leer más

Inocencia incólume

Esta historia se halla inspirada en la masacre que he visto en las noticias que ha ocurrido en Mabuja, que es un pueblecito sirio con mucho encanto que tuve el placer de visitar en el viaje que hice al país años atrás.

Me balanceo suavemente con mi ángel de tres añitos recién cumplidos en el regazo, en un intento de sosegarla y adormecerla. No ayuda que las paredes sean de papel y fuera se esté desatando una hecatombe de proporciones bíblicas y niveles de decibelios por las nubes. Una explosión hace temblar la casa y despierta a mi niña, que prorrumpe nuevamente en llanto. Me pongo entonces a cantarle en voz baja, al tiempo que le acaricio su sedosa cabellera. Me envuelve el dedo con su manita, me mira con ojos inundados en lágrimas y me lo estruja. Yo asiento con la cabeza; sé que es su forma de suplicarme que la mantenga a salvo. El ataque a nuestro pueblo ha comenzado al caer la noche. Yo me he despertado con el ruido de los bombardeos y lo primero que he hecho ...Leer más

Mi querido amigo, Sansón

Man leaned over green container, Directorate of Tourism, Latakia, Siria.jpg

¿Cuándo empezó Sansón a formar parte de mi historia? No sabría decir. Seguramente dependa de la fecha que se establezca como aquella en la que da comienzo mi historia. Aunque, puestos a fijarla en algún sitio, yo lo haría al marco de la ventana por la que me asomo cuando cuanto busco es dejar vagar mis pensamientos.

Yo soy un animal de costumbres. Por la mañana temprano, me gusta sentarme con mi vaso de leche a observar a la gente de la calle. Entre los madrugadores, suelen constar los estudiantes, los barrenderos, algún que otro de esos que gustan de salir a correr por las mañanas y los que tienen un trabajo de ocho a cinco, que no parecen tener prisa por llegar a su destino, pero a los que enseguida se les nota lo que les exaspera que los corredores se crucen en su camino. Mi jornada empieza por la tarde, con lo que me da tiempo a, después de haberme pasado un rato simplemente contemplando ...Leer más

Nuestro reflejo

Seven Fountains Roundabout Manbij, Syria

Las plazas y rotondas son donde reside el espíritu de las ciudades. Ya decía mi hermano el poeta que, para apercibirse del carácter de una ciudad, debe uno pasar tiempo en sus plazas y rotondas. Mi profesor de historia parecía compartir la opinión de mi hermano, pues solía aseverar que es justamente en las plazas y rotondas donde la muerte queda de manifiesto. Yo tuve el dudoso honor de poder corroborar dicha teoría cuando, de camino a casa un día, presencié un accidente de tráfico que se cobró la vida de un motorista en la rotonda de las Siete Fuentes. Y yo me pregunto, con lo que cuesta poner una señal de tráfico, ¿qué necesidad hay de dejar nuestro destino en manos de la ciudad, de la que sabemos que es una veleta?

Lo único que la rotonda de las Siete Fuentes de nuestra ciudad comparte con las de Alepo y Damasco del mismo nombre es precisamente eso, el nombre, pues su mecanismo de propulsión de agua se halla más tiempo roto o simplemente apagado que en funcionamiento, y ...Leer más

Naturaleza aviesa

Jezmatiyeh souq, Damascus, Syria

Mantengo mi condición en secreto. Los únicos que saben que no me siento atraído por el sexo opuesto son los médicos que me han tratado. No fue hasta la adolescencia que empecé a darme cuenta de que no era como el resto de los hombres a mi alrededor. Lo primero que hice fue comprarme y estudiarme media estantería de libros de psicología para averiguar qué debía hacer para reparar mi virilidad. No obstante, aquello no surtió el efecto deseado y, para cuando por fin me percaté de que necesitaba ayuda profesional y pedí cita en la consulta de un médico, me dijeron que llegaba demasiado tarde y que lo mío ya no tenía remedio.

Hoy cumplo medio siglo, pero no tengo pensado celebrarlo. La última vez que recuerdo haber festejado mi cumpleaños fue hace ya quince años, cuando Hala vino a traerme una caja de dulces decorada con flores de manzano de la pastelería de la esquina, que resulta ser de las más famosas de la ciudad. Yo es que vivo cerca del casco antiguo, en el barrio de Al ...Leer más

Supervivencia

Aleppo, Syria

Se situó a cubierto tras una pila de escombros. Ojo avizor, se puso a inspeccionar el panorama que se extendía ante él. El fulgor de las explosiones a lo lejos se reflejaba en sus pupilas. Como el halcón que se dedica a estudiar el terreno mientras espera pacientemente a que las circunstancias le sean favorables para poder abalanzarse en picado sobre su presa, él tenía un único objetivo en mente, no darle al otro opción de que volviera las tornas.

Necesitaba concentrarse para no entrar en pánico. Había diseñado un método a tal efecto. Debía controlar su respiración contando los segundos que transcurrían entre que inspiraba y espiraba. Sólo así lograría erigir un dique mental para contener el piélago de impresiones inconexas que amenazaba con encharcar su cerebro y usurpar su poder de decisión, que ya a esas alturas se reducía a activar o no el músculo que le fuera a llevar a apretar el gatillo.

Hacía rato que no oía el latido de su corazón. Todo indicaba que se le había gangrenado. Ya sólo ...Leer más

Nuestra ciudad nunca volvió a ser la misma tras la muerte de Saada

Finalista del concurso literario “Dos mil noches y un amanecer”

Idlib es una ciudad del norte de Siria que antiguamente era famosa por su cerámica y sus aceitunas. No obstante, al poco de estallar la guerra, quedó completamente arrasada por los ataques aéreos.

Que me llamen iluso, pero yo aún conservo la esperanza de que la suerte que acabe corriendo mi ciudad difiera de la que le tocó en gracia a Saada, del final de cuya historia sólo se sabe a ciencia cierta que fue trágico y desolador.

Saada era una señora que debía de rondar los sesenta y de la que nadie sabía cómo había ido a parar en nuestra ciudad. En Idlib, no había, no obstante, quien, como mínimo, no hubiera oído hablar de ella. El paso de los años no había sido especialmente clemente con la buena mujer. Tenía el rostro tan picado y estropeado que una imagen del mismo se habría dejado confundir fácilmente con la que pudiera haber tomado un satélite de la luna. Se cubría la cabeza con un trapejo deshilachado por ...Leer más

El patio del terremoto

Finalista del concurso literario “Dos mil noches y un amanecer”

Los lugares nos habitan. Se instalan en nuestro fuero interno y, sobre ellos, imprimimos nuestros recuerdos. Constituyen el lienzo sobre el que se proyecta la peli de nuestras vidas. Y cuando los abandonamos, nuestro fuero interno se resiente, porque intuye que, para cuando regresemos a ellos pasado el tiempo, serán los recuerdos de otros los que los galopen.

Miro hacia el patio y me digo a mí mismo que menos mal que los abuelos lograron marcharse antes de que estallara la guerra. Todo está cubierto de escombros. El patio se ha vuelto gris ceniciento, hasta el césped, un gris oscuro que tiende a negro sobre los muros que quedan en pie. De pronto, vislumbro lo que queda de la pintada que uno de mis amigos de la juventud plasmó sobre uno de aquellos muros que encuadraban el patio y se me cae el alma a los pies. Estaba dedicada a la hija del vecino, por la que estaba colado, y rezaba:

«Si amarte es un crimen, será mejor que me ...Leer más

La muela del juicio

Kobani Syria

“Muela del juicio,
como si se tratara lo que me aplasta de algo corriente y moliente,
como si se tratara de avena que me fuera a ayudar a hacer la digestión,
muéleme los pesares, hazlos puré alible.”

No somos cuatro gatos. Somos cientos de miles, sólo que estamos dispersos, repartidos a ambos lados de las fronteras políticas, en un territorio que no se halla bajo nuestra jurisdicción.

A las afueras de la ciudad de Kobane, en un recodo del mundo presa del terror, una belleza curda se recuesta sobre una colina que su unidad tiene el deber de defender.

Con ambas manos, Berivan estruja su fusil de asalto como si le pudiera exprimir protección, afina la voz y, como si le fuera la vida en ello, canta a su muela del juicio. Todo sea por, cuando menos, fingir que uno puede olvidarse, aunque sea brevemente, de la desesperación imperante.

Da la sensación de que la negra noche se dilata a placer y ella teme no llegar nunca a poder dejarla atrás en la noche de los tiempos. De hecho, teme no llegar a tener ...Leer más