Apostando por el mañana

Refugee camp

No podía dormir. No le dejaban el frío que hacía, el rugir del viento y la angustia por lo que se avecinaba. Se giró hacia su hermana. Ella sí parecía haber conseguido conciliar el sueño. Mejor, le venía bien descansar. Era importante que al menos una de ambas pudiera recuperarse un poco para encarar un nuevo día.

Con el tiempo, Vida había adquirido la habilidad de predecir el momento exacto en el que él se iba a asomar por la apertura de la tienda. Había aprendido a aguzar el olfato para detectar su nauseabundo olor con la suficiente antelación como para que le diera tiempo a prepararse y acorazarse mentalmente para su visita nocturna. No obstante, nunca lograba evitar que, instantes antes, su corazón comenzara a latirle a mil pulsaciones por segundo, las vías respiratorias se le comprimieran y la sangre se le helara en las venas.

Siempre anunciaba su presencia a bombo y platillo nada más meterse en la tienda. Alumbraba a las mujeres apuntándoles a la cara con su linterna y les tiraba un cubo de agua para que se ...Leer más

Mi ciudad

Madinet Zefta, street view, Egypt

Mi pequeña ciudad se sitúa en el delta del Nilo y los arroyos que la atraviesan le confieren un aire de tranquilidad. La mayoría de sus habitantes se dedican o bien a la agricultura o a la ganadería. Es capital de provincia, pero, salvo por un par de colegios, apenas alberga edificios públicos. En cuanto te alejas un poco de las cuatro calles del centro, te hallas en mitad del campo y, salvo por los jumentos de naturaleza más o menos animal, nada osa perturbar la calma que se respira en su interior. La vida aquí pasa muy lentamente y, hasta al conversar entre ellos, los residentes rezuman parsimonia. La relajada actitud con la que hacen frente a lo que sea que les aqueje resulta ciertamente envidiable. Nada les urge, todo se puede dejar siempre para el día siguiente y no dejan que nada les afecte más de la cuenta.

Las familias se juntan a la hora de cenar y nunca sobra nada de lo que se pone sobre la mesa. La gente se acuesta temprano y respeta ...Leer más

Sobre el museo

Egyptian Museum, Cairo, Egypt

Ni ella misma sabía cómo había llegado hasta allí, pero ahí estaba, subida al tejado del Museo Egipcio, justo sobre la entrada principal, acaparando toda la atención, amenazando con saltar.

Los abajo aglutinados asistentes al espectáculo estaban venga a correr de un lado para otro. Había incluso una sección que coreaba sus mayores miedos, intentando alentarla a que diera marcha atrás. En un momento dado, la vida se había vuelto impagable, hasta el punto de que había dejado de poder ponerles a sus hijos nada sobre el plato. No se le podía exigir que entendiera lo que ocurría a gran escala, pues era una ama de casa viuda que trataba de criar a sus hijos lo mejor que podía con lo que recibía de ayudas sociales. Aún así, a su alrededor no se hablaba más que del préstamo del Fondo Monetario Internacional y la decisión del gobierno de dejar flotar la libra libremente. Y ella sólo se preguntaba cómo era posible que las altas esferas tuvieran tanto interés en ver a ...Leer más

Caletre foráneo

No sé muy bien por qué, pero el café este me tiene fascinado, y eso que no di con lo que buscaba la primera vez que entré en su interior. Puede que se debiera a que, a pesar de lo animado que estaba, nadie me prestara atención, lo cual seguramente me hizo sentir relegado a un segundo plano. Además, el sitio es un sacacuartos. Aún así, recuerdo que no me importó, pues las espectaculares vistas al mar a las que daba la ventana junto a la que me senté no tenían precio.

En un torpe intento de aparentar ser alguien a quien la gente culta que tenía entendido acudía al café fuera a considerar digno de su apreciación y reconocimiento como un semejante, me compré dos libros justo antes de entrar al café y los puse de exhibición sobre la mesa. Quería encontrar con quien poder entablar una conversación que me masajeara las células grises y despertará en mí nuevamente la pasión que me solía arrebatar de joven.

Me pasé toda la mañana ahí sentado, dejando vagar la mirada por esa pieza del puzzle ...Leer más

La responsabilidad que conlleva un gran poder

Borg Rashid, Markaz Rasheed, El Beheira Governorate, Egypt

A sus pies, les pidió indicaciones y, a su corazón, explicaciones por perseverar cerrilmente en atormentarla. Se dirigía, no necesariamente sin reservas, hacia la playa de Borg Rashid, al lugar donde solían quedar, rodeados por unas rocas sobre cuya superficie habían dejado grabadas sus iniciales, en prueba de su amor eterno. También era desde donde zarpaban hacia Europa los botes de refugiados ilegales. ¿Era posible que lo hubieran elegido como sitio de encuentro por la promesa de futuro que representaba en cierto grado?

El amor que sentían el uno por el otro no había hecho sino incrementar desde el primer día que se conocieron, pero no podían plantearse la conveniencia de arrejuntarse hasta haber adquirido lo que se requiere de quien busca contraer matrimonio en su sociedad, que, en su caso concreto, consistía en la aprobación de los padres de ella. Todo empezó cuando él le dijo:

—No te preocupes, tengo un plan. Me voy a Europa, consigo un trabajo, me quedo allí un par de años reuniendo el dinero necesario para que ...Leer más

Freelancer

Street in Cairo in 1906

Desde que me mudé a mi nuevo piso hace dos años, me noto especialmente vulnerable, como si todo me afectara sobremanera y hubiera perdido el control sobre mis esfínteres.

El piso consta de una única habitación con dos ventanas, la de la pared, que da a la calle, y la del portátil, que da a un farragoso mundo virtual. Aparte, está el baño y el estrecho y sinuoso pasillo que conduce a la entrada principal.

Mi casero vive en el piso de abajo y, cuando me siento en el trono, automáticamente me siento observada, porque sé que, aunque no pueda verificarlo, en el techo de su piso se abre un tragaluz que le permite contemplar mis genitales. Un día de estos, voy a bajar y se la voy a cortar, para que aprenda lo expuesto que le deja a uno mear sentado.

Me costó mucho dar con un piso. Este venía anunciado en la página web de una pizzería. “Piso para una minina en el casco antiguo. Se ruega a los interesados que no se sulfuren a la ...Leer más

Al descubierto

Khairat, El-Sayeda Zainab, Cairo

El jefe está soltando una atronadora invectiva contra la indolencia nacional por la tele, que está a mil bombas para ahogar el ruido, comparativamente llevadero, de las bocinas de los coches que se oyen procedentes del exterior. A través de la pantalla, lanza una pregunta al aire:

“¿Quiénes sois?”

De pronto, todo el mundo en el abarrotado café se gira y empieza a escudriñar su entorno, como si fuera su deber desenmascarar a quienes están siendo apostrofados por el jefe. Tengo que salir de allí cuanto antes. Entre la tensión que genera la diatriba del jefe y la falta de aire acondicionado, que, desde que subieron el precio de la electricidad, ya ningún garito se puede permitir mantener encendido, el ambiente se nota cargado y los ánimos caldeados. No quiero quedarme a ver cómo la cosa explota.

El dueño del quiosco de la esquina me sugiere que me meta por el callejón oscuro que sale a mano derecha para llegar al apartamento de Rafiq pasando desapercibido. Me advierte, a su vez, al tiempo que me ...Leer más

La ventana que le abren a uno cuando le dan puerta

View from the car window of a road in Cairo, Egypt

Con la vista borrosa y los ojos como puños de haberme anegado en llanto, salí del edificio y corrí hacia el coche, que, por lo menos, tenía aparcado a pocos metros de la entrada. A punto estuve de tropezar y pegarme un porrazo. Me subí al coche y arranqué. Tenía que salir de allí como fuera. Ya tendría tiempo de decidir hacia donde poner rumbo más adelante.

No entendía cómo era posible que me hubieran despedido, con lo que yo me había volcado en ser la mejor empleada de toda la empresa, la de éxitos que jalonaban mi carrera profesional y la de elogios que había recibido de mis jefes por los excelentes resultados que había ido obteniendo a lo largo de los años que había pasado trabajando para ellos. No podía dejar de preguntarme qué era lo que, a sus ojos, me hacía meritar semejante ultraje a mi persona. Mi vida entera hasta la fecha había girado en torno al trabajo y, ahora que me ...Leer más

Doña D.

Markaz Tama, Sohag Governorate, Egypt

Había caído todo lo bajo que se puede caer, no una, sino varias veces, y caídas como las que ella había sufrido dejan cicatrices.

Todas las noches volvía a replantearse la conveniencia de quitarse la vida. No obstante, siempre acababa, en el último momento, prefiriendo encomendarse al Altísimo. Él la guardaría del mal que la acechaba desde el otro extremo del pasillo. Ruhiya, su compañera de piso, era pues una mujer insólita y, a todas luces, de poco fiar. Se pasaba un tercio de las noches en vilo, observando el movimiento de los astros y balbuciendo conjuros en una jerga que tenía todos los visos de instrumento de Satanás. Las mujeres del pueblo acudían a ella con cierta frecuencia para pedirle asesoramiento y consultar con ella lo que las atribulaba y pesaba sobre la conciencia. A cambio de sus servicios, le suministraban mazorcas de maíz o algo de trigo, que es un bien escaso por estos lares, así como gas para mantener encendidas sus lámparas de siete brazos, que no hacían mucho por remediar lo lúgubre y luctuoso ...Leer más

Un digno adversario

Lake Qarun in Egypt, Faiyun Province

La casa se halla sumida en penumbras y un silencio sepulcral. Es una noche sin luna. Además, se ha ido la luz. Él está acojonado. Se asoma por el balcón al lago Qarun. Las aguas están en calma. No permiten aventurar la tormenta que se avecina. Tiene que mantenerse ojo avizor, pues el muy hijo de puta que le ha arruinado la vida se halla al acecho. Primero, se cargó a su querido padre. Le inoculó una enfermedad incurable. Y a la muerte de este, él y su madre dejaron de poder cubrir gastos y se endeudaron. Lo perdieron todo, salvo por la casa y las tierras que la rodean.

Después fue su madre la que enfermó y la espichó. No lo puede probar, pero está convencido de que la culpa recae en él. Le duele recordar. Se ha quedado solo ante el peligro. Al entierro de su madre acudió toda su familia extendida para darle el pésame. Debieron pensar que se le había ido la olla al oírle hablar de un bicho como si se tratara ...Leer más