La laguna de Tritonis

Finalista del concurso literario “Las mil noches y un amanecer”

chott-el-jerid-07

Guilisia es una tierra mágica de la que se cuenta que fue gestada por el viento del Edén que Eva robó cuando fue confinada junto a nuestro padre Adán a la vera del Señor. Posteriormente, se afincó en ella el pueblo que descendía de su pío linaje.

Se dice de aquella bienaventurada tierra que era habitada por un dragón feroz con una descomunal sed de sangre. La gente se quedaba lívida del terror que les infundía. El pánico alcanzaba todos los rincones del reino como si se tratara de una epidemia que hubiera sido inoculada en su seno a modo de despiadada condena y que chupaba el hálito vital a sus pobladores. A consecuencia, estos se convirtieron en los súbditos del dragón y se sometieron a sus vejaciones, jurando rendirle pleitesía religiosamente en el más sepulcral de los silencios. Rivalizaban entre ellos por agasajarlo con el más excelso de los frutos que aquella fértil tierra pudiera engendrar. Lo obsequiaron con las fuentes de toda su opulencia hasta casi drenarla por completo. Espigaron la exhausta tierra hasta quedar también ellos derrengados y sin patrimonio, lo que derivó en que acabaran cayendo enfermos del cansancio. El silencio decapitó sus sueños y el miedo pulverizó la paciencia de todo aquel que, en su momento, hubiera fraguado un plan para, en aras de combatir la iniquidad y revelar la verdad, precipitar al despótico dragón por un acantilado abismal antes de que las llamas del fuego que echaba por la boca arrasaran con todo.

A la sazón, hubo quien no pudo continuar aguantando el martirio, por lo que resolvió amotinarse, en armándose de coraje para enfrentarse a su fatídico destino. Su descabellada hazaña atizó el fuego de la revolución en las venas de los oprimidos, que, a consecuencia, se aliaron y confabularon hasta el punto de conformar un único cuerpo dispuesto a alzarse en defensa de la tierra y aplastar la tiranía que la esclavizaba. De resultas, el dragón se rindió y consideró oportuno replegarse a las montañas de remotos lares. La gente cantaba victoria y se mostraba exultante de contento por la recién adquirida libertad, con lo que la felicidad volvió a reinar por doquier.

No obstante, la furia no tardó en volver a infectar sus espíritus. Se reunieron, altercaron, se enzarzaron en disputas y convinieron en la necesidad de elegir a otro tirano que les hiciera morder el polvo y volviera a sembrar el miedo. Así fue cómo entronizaron al antediluviano Gul para que timoneara el reino que había quedado reducido a cenizas.

Durante las elecciones, todos los súbditos se comprometieron a amortajar la verdad y a suplicarle a Dios en secreto que concediera larga vida a la abominación.

A orillas de la laguna de Tritonis, haraganeaba Sazania, la venus del reino, rodeada de sus doncellas. Las mariposas revoloteaban sobre las palmas de sus manos y las flores se inclinaban para reverenciar la cadencia de su triste cantar en tanto que, por sus mejillas alabastrinas, rodaban lágrimas cuales perlas rutilantes.

En cuanto la díscola trucha Shansuma se percató de que su amiga se hallaba sufriendo, le preguntó por el motivo de su aflicción. Sazania suspiró penando por exonerar su corazón:

-¿Acaso no te has enterado de la escandalosa tragedia que azota estas tierras, ahora que el Gul se halla sumido en un profundo letargo?

La trucha suspiró y, al cabo, dijo con voz temblorosa:

-Los pájaros de Guilisia nos hablaron de las tropelías de los cuervos, que han hecho la tierra pasto de las llamas.

Se instaló un largo silencio, al cabo del cual, la anciana tortuga tomó la palabra:

-Cuenta la leyenda que esta tierra está abocada a perecer una vez se derrama sangre sobre ella.

El corazón de Sazania latió y se estremeció. Se puso en manos de su imaginación y permitió que le desovillara la maldición que acababa de abatirse sobre el reino. Después, las lágrimas la doblegaron una vez más. Verla derrumbarse les desgarró el corazón.

Enseguida estalló una apabullante batahola en las aguas de la laguna. Las milicias de los cuervos se aproximaban con cuerpos humanos, remolcando sus presas. Después, los ejecutaron a todos a la orilla de la laguna.

De pronto, se levantó un viento huracanado. Arqueaba los árboles más robustos y despeñaba pájaros como si fueran chatarra.

La sangre corría afín a una estruendosa marea roja que iba inundando paulatimente la pradera hasta converger con las aguas cristalinas de la laguna. El vendaval bramaba y amedrentaba a todo ser viviente. Asoló el pequeño reino secando los ríos y acecinando los corazones, hasta que toda señal de vida fue barrida de la faz de la tierra. En el lugar donde en su día descansaba la laguna, sólo podía apreciarse una explanada salina que succionaba todo cuanto, en la inopia respecto del misterio que encarnaba, se aventuraba sobre su superficie. Huestes y caravanas enteras conseguía deglutir. Allende sus confines se extiende ahora un árido desierto, poblado tan sólo por la fata morgana de una venus que chapotea a la orilla de una laguna.

 
Escrito por Amina Zaoui.

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Nuestra lengua nos apremia a perseguir el espejismo de una hermosa ninfa que chapotea en un lago

a) y nos impide resignarnos a la realidad que se extiende ante nosotros.

b) en medio del desierto.