La habitación

TV in room

Cada vez que me voy a poner a escribir, mi mano se me rebela, alcanza el mando a distancia y enciende la tele. Se halla más allá de mi control. Con lo poco que tiene para ofrecerme el cacharro, no sé qué me lleva a caer en su embrujo, una vez tras otra. Digamos que me cuesta estar a lo que estoy.

Con el tiempo, el espacio que ocupa mi televisor ha ido en aumento. Yo estoy encantado, porque más pulgadas significa mayor realismo, y, sobre todo en lo que se refiere a las pelis, la diferencia se nota. Hace poco, vi una peli ambientada en el desierto. Pues, aquella noche, no pude pegar ojo de lo angustiado que me tenía que fuera a salir una serpiente venenosa de debajo de mi almohada y morderme en el cuello.

Hoy he decidido escribir sobre la soledad. Me he pasado la vida solo, pero no fue hasta que se me murió mi gata que comencé a sentirme solo de verdad. La muy torpe resbaló y se cayó del tejado. ...Leer más

Muerte súbita a cámara lenta

Al Ammar Al Kubra, Al Qalyubia Governorate, Egypt

Cada vez que pasa por delante del edificio, se frota la espalda contra la pared en un intento de raspar la pintada con disimulo. Del dibujo ya sólo se distinguen la popa del barco y la proa del avión, pero por su afrenta habrá de seguir pagando hasta mucho después de que ya no quede ni rastro de ella sobre el muro. No siempre le sancionan a uno en esta vida el borrón y cuenta nueva. Hay manchas que no se van ni con el tiempo ni con otras soluciones abrasivas.

—¡Alto ahí! Detente si le tienes aprecio a tu vida.

Ella se sobresalta y el cubo que lleva con los tubos para aplicar henna roza accidentalmente la pared y la pringa.

—Te noto de capa caída.

Se mueve despacio, abrazando el suelo con las cuarteadas suelas de sus pies descalzos a cada paso. Va arrastrando los faldones de su túnica negra al andar, que ha tenido que ser zurcida y remendada en ocasiones múltiples. La devora al cabal, de pies a cabeza, inclusive. Al ...Leer más

Consideraciones de última hora

Alexandria, Egypt

Cuando me enteré de que había conseguido la beca para continuar mis estudios en Francia, me puse a pegar brincos de emoción. Llevaba tiempo deseando emigrar al extranjero para ver el mundo. Eso sí, como era consciente de que pertenecía al grupo de los pocos privilegiados a los que se les brinda una oportunidad semejante en la vida y me sentía en deuda con el país y la gente que dejaba atrás por la educación que había recibido y las herramientas con las que se me había equipado para afrontar los desafíos que pudieran presentárseme allá a donde fuera, tuve siempre el firme propósito de convertirme un día en un hombre de provecho que pudiera limpiar la imagen que el mundo tiene de Egipto y sus habitantes, en aras de poder enorgullecer a mi pueblo. Cuando me perdía en ensoñaciones, me ponía, casi sin darme cuenta, a practicar el discurso que me imaginaba pronunciando en el futuro en la ceremonia de entrega de los premios Nobel sobre cómo, en última instancia, le debía todo cuanto había logrado en la vida a mi lugar de origen.

Al final, me acabé ...Leer más

Nuestro reflejo

Seven Fountains Roundabout Manbij, Syria

Las plazas y rotondas son donde reside el espíritu de las ciudades. Ya decía mi hermano el poeta que, para apercibirse del carácter de una ciudad, debe uno pasar tiempo en sus plazas y rotondas. Mi profesor de historia parecía compartir la opinión de mi hermano, pues solía aseverar que es justamente en las plazas y rotondas donde la muerte queda de manifiesto. Yo tuve el dudoso honor de poder corroborar dicha teoría cuando, de camino a casa un día, presencié un accidente de tráfico que se cobró la vida de un motorista en la rotonda de las Siete Fuentes. Y yo me pregunto, con lo que cuesta poner una señal de tráfico, ¿qué necesidad hay de dejar nuestro destino en manos de la ciudad, de la que sabemos que es una veleta?

Lo único que la rotonda de las Siete Fuentes de nuestra ciudad comparte con las de Alepo y Damasco del mismo nombre es precisamente eso, el nombre, pues su mecanismo de propulsión de agua se halla más tiempo roto o simplemente apagado que ...Leer más

El traje

Aden, Yemen

En Adén, mi ciudad, es como tarde en el instituto que los chavales deben comenzar a plantearse a qué se van a querer dedicar profesionalmente en el futuro. Yo no lo tenía nada claro, pero de lo que no me cabía duda era del tipo de trabajador que quería ser, a saber, de los que llevan traje, cartera de cuero, gafas de sol de marca y puede que hasta peinado de estrella de cine. Me gustaba imaginarme zangoloteando todo emperejilado por la calle.

Tras acabar el bachiller, me metí a estudiar en la universidad lo mismo que eligieron la mayoría de mis compañeros de clase y, durante la carrera, me dediqué fundamentalmente a ahorrar para poder comprarme el traje con el que deseaba poder ir ataviado a trabajar cuando me contrataran para un puesto que prescribiera un código de vestimenta que me permitiera ir hecho un pincel por la vida.

Lo primero que hice nada más licenciarme fue ir a la sastrería más chic de toda la ciudad y adquirir el traje de ...Leer más

Dahab

Dahab, Sinai Peninsula, Egypt

Por primera vez en su vida, Dahab iba a visitar la ciudad que le daba nombre. Se lo había puesto su padre, porque era su ciudad favorita, donde supuestamente se recluía cuando se ausentaba, que ocurría a menudo cuando ella era niña. La espera a que él regresara siempre se le hacía eterna, porque su padre nunca las avisaba de su llegada con antelación y, por lo tanto, siempre podía estar al caer en cualquier momento. Cuando finalmente se asomaba por la puerta, lo hacía con un regalo bajo el brazo. Una vez le trajo un collar de conchas; otra, una piedra con su cara grabada sobre su superficie; otra, un vestido de colores de estilo beduino tejido a mano, … Del mismo modo sorpresivo en que aparecía, volvía a desaparecer, hasta que un día se largó para no volver.

Nunca llegó a saber lo que fue de él. Según su madre, a juzgar por su estado mental y su forma de funcionar, lo probable era que hubiera acabado en alguna cuneta en mitad de ...Leer más

La vendedora de suerte

Tafoughalt, Morocco

En el villorrio de Tafoughalt, que es apacible hasta límites insospechados, las novedades son asaz bienvenidas. De resultas, a los dos día de que llegara a nuestro pueblo la anciana que se anunciaba a sí misma como vendedora de suerte, la noticia ya se hallaba en boca de todo el mundo.

Vestía una túnica oscura hecha jirones, se valía de un bastón para andar y siempre llevaba bajo el brazo un trozo de papel amarillento del que se rumoreaba que se trataba de un contrato que había firmado tiempo atrás. La muy bruja parecía haber logrado engañar al paso del tiempo. En vez de adquirir definición con los años, sus rasgos faciales parecían haberla ido perdiendo. Gustaba de pegarse largas caminatas campo a través por las afueras del pueblo cuando el calor se volvía soportable. A veces, se paraba a escuchar el trinar de los piopíos. Con la sonrisa tonta y la mirada perdida que lucía en el rostro, daba la impresión de hallarse hueca por dentro. “Tan hueca como sus promesas de poder cambiarle ...Leer más

La millonésima primera entrevista

Library of Alexandria, Alexandria, Egypt

—El día que me echó a la calle, el simpático de mi jefe arguyó para justificar el despido que yo no valía para el periodismo, porque sólo me permitía ver el mundo con buenos ojos.

Se oyeron risas del público, formado fundamentalmente por gente de letras de prestigio que había acudido a la firma de la décima edición de su libro, intitulado “Un Millón”. Él iba repeinado, perfumado y de punta en blanco. Se había preocupado incluso de ponerse una flor en la solapa de la chaqueta para lucir compuesto.

—Llevan tildándome de iluso con más o menos tacto desde que tengo memoria. Creo que se debe a que la gente espera que lo sepa todo, porque enseguida desarrollé la fea costumbre de intentar ponerlo todo en palabras.

Alguien levantó la mano y él le cedió la palabra:

—¿Cómo se le ocurrió la idea para su libro?

Señaló la ventana y, con una sonrisa, contestó:

—Me topé con la Biblioteca de Alejandría.

La gente puso cara de no saber a qué se refería, por lo que añadió:

—Decidí mudarme a ...Leer más

A lomos de pasiones encendidas

White horse statue in Shaibet an Nakareyah Markaz El-Zakazik Ash Sharqia Governorate

Tirita del frío que hace esa mañana de invierno, que combate arrebujada dentro de su chupa de cuero con cuello de piel de marta. Le espera un largo día por delante, que acomete avanzando por las calles embarradas que ha dejado la lluvia de hace un rato tras de sí. Llega al lugar acordado, arranca un par de hojas de la libreta que lleva bajo el brazo y las coloca sobre el banco de mármol junto a ella para sentarse encima sin calarse las posaderas. Se sienta de piernas cruzadas, a la espera de que pasen a recogerla.

Y espera, pero, al cabo de un rato, cae en la cuenta de que deben haber cortado la circulación por esa zona porque, por no pasar, no pasa ni un solo turismo. Comienza a chispear, se mete la libreta por dentro de la chupa para que no se moje, se levanta y echa a andar, hoy no puede permitirse llegar tarde. Procura caminar pegada a los edificios para permanecer a ...Leer más

Chifón de color blanco

Soft Beach, Qesm Dahab, South Sinai Governorate

Salvo por las huellas que habían dejado plasmadas en la arena las ruedas del bus que le había traído hasta allí, hasta donde alcanzaba la vista, no había nada que dejara aventurar el progreso que la humanidad había acometido en los últimos siglos. Frente a él, se extendía una hilera de cabañas de madera con techos de hoja de palmera que daban directamente al mar. Al acercarse a una de ellas, pudo comprobar que los troncos se hallaban en un estado de putrefacción tal que hacía sorprendente que la estructura no se hubiera venido abajo hacía tiempo. Llamó a la puerta, esperó y, como no obtenía respuesta y la intriga por averiguar la función que cumplían aquellos habitáculos tan cochambrosos lo estaba matando, decidió colarse en el interior por una ventana que encontró entornada, a saber, poco más o menos que extendiéndole una invitación a que perpetrara allanamiento de morada. Dentro, le alivió descubrir que su infracción iba a pasar desapercibida, pues el espacio se hallaba hecho un asco y el ...Leer más