Cada vez que me voy a poner a escribir, mi mano se me rebela, alcanza el mando a distancia y enciende la tele. Se halla más allá de mi control. Con lo poco que tiene para ofrecerme el cacharro, no sé qué me lleva a caer en su embrujo, una vez tras otra. Digamos que me cuesta estar a lo que estoy.
Con el tiempo, el espacio que ocupa mi televisor ha ido en aumento. Yo estoy encantado, porque más pulgadas significa mayor realismo, y, sobre todo en lo que se refiere a las pelis, la diferencia se nota. Hace poco, vi una peli ambientada en el desierto. Pues, aquella noche, no pude pegar ojo de lo angustiado que me tenía que fuera a salir una serpiente venenosa de debajo de mi almohada y morderme en el cuello.
Hoy he decidido escribir sobre la soledad. Me he pasado la vida solo, pero no fue hasta que se me murió mi gata que comencé a sentirme solo de verdad. La muy torpe resbaló y se cayó del tejado. ...Leer más