Se situó a cubierto tras una pila de escombros. Ojo avizor, se puso a inspeccionar el panorama que se extendía ante él. El fulgor de las explosiones a lo lejos se reflejaba en sus pupilas. Como el halcón que se dedica a estudiar el terreno mientras espera pacientemente a que las circunstancias le sean favorables para poder abalanzarse en picado sobre su presa, él tenía un único objetivo en mente, no darle al otro opción de que volviera las tornas.
Necesitaba concentrarse para no entrar en pánico. Había diseñado un método a tal efecto. Debía controlar su respiración contando los segundos que transcurrían entre que inspiraba y espiraba. Sólo así lograría erigir un dique mental para contener el piélago de impresiones inconexas que amenazaba con encharcar su cerebro y usurpar su poder de decisión, que ya a esas alturas se reducía a activar o no el músculo que le fuera a llevar a apretar el gatillo.
Hacía rato que no oía el latido de su corazón. Todo indicaba que se le había gangrenado. ...Leer más