Reina el aullido chillón de las sirenas de policía, que, en saliendo a escena, ha dado un golpe de estado. Hamadi pega un brinco hacia atrás del susto. Se le acelera el corazón, se le hace un nudo en la garganta, aparta la vista, se siente con la boca seca y la voz acartonada. Recuerda el coche que ha estado a punto de atropellarlo antes. Con esa, ya van dos las veces que ha conseguido salvar el pellejo de milagro en el día de hoy. Se enjuga una lágrima que ha logrado emerger sin previo aviso y rodar hasta su mejilla. Recuerda el día de hoy como a flashes, en imágenes que se resisten a ser ordenadas acorde a una secuencia temporal. Una de ellas le muestra cuando Roberto se echó a sus brazos.
Fuera hacía mucho calor. Recuerda haberse sentido orgulloso y feliz de poder mostrarles a María, Emilio, Sofía y el resto de los que se hallaban arremolinados en torno a él su saber de mundo aplicado a sus conocimientos acerca de ...Leer más