Hakuna Matata

Classroom in Tazakht, Morocco

Entró en el colegio y se asomó al despacho del director. Uno de mis alumnos susurró: “¡Es el padre de Ziad!” Debía de rondar los cincuenta. Era un hombre corpulento de corta estatura. El director no debía de haber llegado aún, pues, seguidamente, se me acercó, me saludó y, con voz grave y ademán apesadumbrado, me preguntó si sabía dónde podía encontrarlo. Su voz me confirmó su identidad, pues sonaba igual que la de su hijo. Yo le pregunté, a su vez, si podía contarme por qué necesitaba hablar con él, por si yo podía ayudarle de alguna manera, y me contestó que necesitaba sacar a su hijo del colegio. Su respuesta me desconcertó, por lo que le dije:

—No me quiero entrometer, pero me extraña que quiera cambiar a Ziad de colegio, cuando se trata de un alumno brillante que, además, no parece tener problemas con sus compañeros de clase, todo lo contrario.

Con el rostro encendido, me contestó:

—¡Ojalá tuviera alternativa! Lo que ocurre es que nosotros, como la mayoría de la gente de esta comarca, nos dedicamos al cultivo de rosas y, hace poco, hemos descubierto que sufrimos de asma y que las rosas nos están matando. Mi padre la ha espichado hace nada sin ir más lejos. Más quisiera yo haberme dado cuenta cuando mi familia se mudó aquí, pues no habría invertido tanto dinero, tiempo y dedicación en el cultivo de rosas.

Su confesión me dejó sin saber qué decir. Él debió percatarse, porque añadió dándome una palmadita en el hombro:

—Al final, no es para tanto. Tengo entendido que en Zagora, que es a donde nos mudamos, también se vive bien. Puedes venir a visitarnos cuando quieras.

Se fue y me dejó allí clavada in situ. Tuve que tomarme un momento antes de entrar en clase para respirar hondo y recuperar la compostura. No quería que, al ver mi cara de desconcierto, mis alumnos me bombardearan a preguntas para las que no tenía respuesta. ¿Dónde se hallan las fronteras entre los conceptos? ¿Podría llegar a interpretarse su deseo de mudarse a otra ciudad como una huída o como una traición a sus orígenes? ¿En qué medida podía alguien querer dejar atrás un lugar sembrado de rosas, como Tazakht, por un lugar desértico donde hace un calor abrasador? ¿Por qué nos regimos los seres humanos?; ¿por lo que nos hace ser quienes somos o por aquello en lo que aspiramos poder convertirnos; por nuestra posición social, nuestro sexo, nuestro afán por alcanzar estabilidad económica o nuestros afectos? ¿Hemos de querer permanecer fieles a nuestro legado cultural para poder permanecer reconocibles?

A lo mejor, avalar al otro con independencia de lo avalables que nos parezcan las decisiones que tome es lo mismo que apostar por que el tiempo no pase en balde, pues sólo podemos cambiar de parecer y convertirnos en otro distinto a quienes somos en el momento presente en tanto estemos dispuestos a reconocer que lo que nos hace valiosos no es únicamente la decisión puntual que tomemos a cada instante.

 

El autor, Hassan Choutam:

Narrador y dramaturgo marroquí. Entre sus publicaciones, cabe mencionar: Sábado triste (Relatos y reflexiones, Marruecos, 2001); Ventana de salvación (Colección de cuentos, Egipto, 2014); Fuera del edificio (Obra de teatro, Egipto, 2015).