Abila y su historia

Ruinas de Abila, sitio arqueológico en Jordania, cerca de Irbid

Un radiante día primaveral, de bonico como los que sólo se dan en Jordania, nos contagiamos de la alegría de vivir que flotaba en el ambiente y decidimos irnos de excursión a conocer la provincia aledaña a la nuestra, que, en esta época del año, de todos es sabido que entra en ebullición, con todo tipo de flores eclosionando al unísono.

Sentado frente a un yacimiento arqueológico de belleza y esplendor sin par, me sumí en un piélago de cavilaciones que me llevaron a plantearme hasta qué punto no sería sensato postular que los lugares que acumulan más historia gozan de una ubicación geográfica que se presta a tal efecto. Al fin y al cabo, había sido toda una macedonia de pueblos la que, durante, qué digo cientos, miles de años, se había consagrado a troquelar el paisaje de en derrredor. Me acordé, a su vez, de aquel profesor que me daba clase de niño y que, en su momento, logró persuadir al colegio para que acogiera a un ...Leer más

Las ruinas de Volubilis

Volubilis Marruecos

Los relatos de viajes y aventuras siempre han fascinado al ser humano. A fin de cuentas, ¿a quién no le gusta viajar a las diversas ciudades comprendidas en este nuestro vasto mundo y descubrir la cultura de otros países? La que os voy a narrar es la historia de una ciudad entre mítica e histórica sita en Marruecos, más concretamente, al oeste de la ciudad Mulay Idrís. Se trata de Volubilis, una ciudad que visité hace ya varios años durante un recorrido que hice por este precioso país que es Marruecos. La ciudad es famosa, por un lado, por hallarse emplazada en una región de tierra fértil y, por otro, por la majestuosidad de sus edificaciones, que se remontan al inicio de los tiempos. Las ruinas dan fe de que, a lo largo de los siglos, han sido múltiples los pueblos que se han asentado en la zona (los romanos, los bereberes, los bizantinos, …). El iterativo relevo cultural al que fue sometida ha acabado dotando a la ciudad de un sugestivo eclecticismo arquitectónico. En 1997, la UNESCO la ...Leer más

Bloque de cemento con vistas al mar

Vista panoramica nocturna en Alejandria

Esta vez, he decidido cambiar de veras. A fin de cuentas, es precisamente a próposito de episodios cotidianos de vitola semejante que uno debería sentirse impelido a pasar revista a su manual de conducta. Definitivamente, es ahora o nunca. Todo resoluto, me autoinculco: En esta ocasión, toca cambiar forzosamente. Y aquí me hallo, rompiendo con mi bien afianzada rutina diaria. En vez de volver del trabajo directamente a casa, enristro hacia el mar.

Desde hace años, sueño con disponer de tiempo como para poder pegarme un garbeo por la orilla más a menudo. Resulta, pues, que a mí el mar me vuelve loco. Pero no como al resto de la gente (está visto que el mar le pirria a todo hijo de vecino). No, a mí me fascina de veras. Me encanta sentarme frente a él, zambullirme en él, … y siempre he deseado poseer un gran apartamento en una planta alta con vistas al mar. ¡Con decir que, básicamente, no hay pescado que no haya probado y con el que no me ...Leer más

La ciudad soterrada

Yacimiento arqueológico de Zeiraqun en el Norte de Jordania, cerca de Irbid

Se agachó y, sobre la tersa piel de su frente, le plantó un último beso de despedida. Había intentado alabear el inexorable paso del tiempo para poder demorarse un rato más paladeando la exquisita fragancia que encapsulaba la balsa de su amor. Sin embargo, el destino la había conminado a caminar sola hasta donde unos colosales menhires de azabache cercenaban el ancho del camino hasta dejarlo reducido a la mitad. Todo lo que estos habían presenciado en no pocos lustros ciertamente revalorizaba su pétrea discreción, pues habían sido muchos los trotamundos que habían pernoctado en la ciudad soterrada, sobre la que día y noche pendía la amenaza de que la estructura que abovedaba los anfiteatros esculpidos en la roca fuera a hundirse, dándole sepultura. Las palabras de él reverberaban en su cabeza. Exangüe, había procurado cerciorarse, atendiendo a sus últimos estertores, de que él hacía las paces con su fatídico sino. Al fin, podría retozar en sueños al abrigo del egregio silencio intemporal. Ella, en su ...Leer más

Las sombras se prestan al equívoco

Vistas sobre Alejandría, Egipto

Érase una vez, en una de las provincias costeras, un joven de unos treinta abriles al que le gustaba el deporte y al que le costó la intemerata encontrar un empleo con el que poder hacer realidad sus sueños. Tuvo que dedicarse varios años a buscarlo e invertir mucha saliva en reiterar su valía por activa y por pasiva: Viajó a Hurgada, a Sharm el-Sheij, a Alejandría, así como a otras ciudades varias; se presentó a exámenes, a entrevistas, … Básicamente, hizo lo posible por convertirse poco menos que en el candidato de anuncio. No obstante, en respuesta a sus solicitudes, siempre le endilgaban la famosa cita de Míster Sistema Operativo: “Nos pondremos en contacto con usted.” A pesar de haberse licenciado en Derecho con excelentes calificaciones, nadie parecía dispuesto a ofrecerle una oportunidad laboral que le permitiera convertirse en alguien en la vida. Con todo, al cabo de varios años, consiguió finalmente un puesto de trabajo.

Echó un vistazo al reloj y sonrió. Se había puesto su mejor traje e iba hecho ...Leer más

Inmiscuir a extraños en los desaguisados domésticos no tiene perdón de Dios

Casa azul en el Cairo, Egipto

El sol brillaba anunciando el inicio de un nuevo día. El cenicero estaba a rebosar de colillas. Realizó sus abluciones y se puso a rezar. Cerró los ojos para, aguzando el oído, atender a la voz de la nación musulmana, que lo estrechó entre sus brazos con ternura y le imprimió un beso sobre cada una de sus mejillas antes de marcharse en paz. Ella acababa de bajar las escaleras y le comunicó que salía a hacer unos recados. Algo le hizo seguirla con la mirada para ver si, pasada la puerta principal, giraba a la derecha o a la izquierda. Tarde. De pronto, ni rastro de ella. Él se frotó los ojos y echó un último vistazo en derredor para cerciorarse de que ella se había ido, permitiendo que su ausencia se depositara en su interior. Corrió entonces a deshacer la maleta, que había hecho hacía tan sólo unos días, cuando las cosas se empezaron a poner feas en su pueblo y la única escapatoria viable que se le ocurrió fue la de emigrar al Cairo.

Sólo tenía ...Leer más

Mi pueblo

Calle de Damieta, ciudad en Egipto

A las diez y media, el sol entolda mi habitación de dorado. Como un vampiro jubilado, estoy a la espera de que anochezca para poder salir. Las calles llaman a pasear. El sol adhiere sus rayos a mi espalda y su calor me envuelve progresivamente. Me roza sin forzarme a cerrar los ojos. Camino sin rumbo fijo, sin molinos de viento en la mollera. Las calles aún están vacías, los niños siguen bien recluidos en el colegio. Podría vagar por ellas per in eternum. En mi pueblo, todo está a un tiro de piedra. Tanto es así, que me planteo engurruñarlo y metérmelo en el bolsillo: la estrecha entrada a la casa de mi abuela; la maqueta del barco de madera en la vitrina; la vitrina que limita con los álbumes de fotos que tocan canciones cuando se abren; mi cafetería favorita, mi antigua residencia, la calle de la iglesia y la calle de mi antigua escuela; los incómodos asientos de la cornisa del Nilo; las muchachas que, al atardecer, nos deleitan con sus eufónicas ...Leer más

La hija de las marismas

Loor a Dios

Las marismas de Hawizeh, pantanos cerca de la frontera entre Irak e Irán

Las aguas refulgen cristalinas. En el Sur de Irak, más concretamente, en las Marismas de Hawizeh, juncos y nenúfares taracean la superficie del agua sobre la que flotan guirnaldas de rosas, allí donde el cóctel de verdes se reclina contra los espigados muros que elevan cañas y demás vegetación acuática. Sobre las gigantescas lagunas se asientan viviendas a las que las cañas con las que han sido edificadas confieren una tonalidad áurea. Aquí es donde habitan los descendientes de los sumerios, de los que se cuenta que cruzaron las mágicas puertas esmeralda ¡por las que el fragor y el clamor de este mundo desaparecen y pasan a ser cosa del pasado! Conforman este jardín del Edén 11500 quilómetros de terreno que las lluvias inundan durante gran parte del año y veinte quilómetros cuadrados que el agua cubre ¡de forma permanente! El paraje recibe el nombre de las Ciudades del Agua y aquí es donde mora nuestra heroína, del linaje de los al-Sawae’id, conocidos ...Leer más

La sombra de una mujer

Paisaje campestre en Terrai Baiean, pueblo de Argelia

El invierno arremete contra el mundo, que se arrebuja en sus zamarras. Vierte el frío sobre los montículos rurales, la tierra que rezuma el agradable aroma de la arcilla, el sudor de su gente. En el valle, una vez aireados los trapos sucios de las humildes casas de adobe, poco queda que mantener bajo llave de puertas adentro. La gente mastica los secretos ricos en fibra que, con la miseria que hornea su pan de cada día como caldo de cultivo, acaban por inyectar el caos en el tejido de su ajetreado trajín cotidiano. Cerca, el río se contorsiona con una corriente preñada de enigmas que engarzan ambas orillas, realidad y fantasía. En el delta, germina la ingenuidad de aquellos que creen poder permitirse soñar. A la sombra de un pórtico desportillado, la nostalgia se bifurca en convulsos arroyos púrpura. El durmiente continua soñando largamente hasta despertar, al cabo, a las puertas de un escándalo.

Encandilado con el falso esplendor de la civilización, regresó de su estancia en el ...Leer más

Gente

Manshiyat Naser, pueblo de Mokattam, la ciudad de la basura en El Cairo

En la cúspide de las milenarias colinas de Mokattam, detrás de las que se yerguen las colinas de Dawiqa, se atrincheraban nuestras casas, muchas de ellas guarecidas tras un peñasco gigantesco.

Vivíamos en una zona llamada Al Muadaseh, en cuyo seno se vierten la basura y los desperdicios de la gente. Más concretamente, en las granjas de Manshiet Nasser.

Como las campanas de las iglesias que nos convocaban para que acudiéramos a rezar la oración sagrada, el alba nos badajeaba y, durante horas, las cerdas del amanecer tañían su exhortación sobre nuestra piel, que ardía incandescente, pues el desértico muladar asignado a nuestro tan merecido descanso nos forzaba a continuar vagando en sueños. Nos quedábamos varados y encorvados, como el arisco chasquido de una luz que mengua acoquinada por las tinieblas. Desde lo alto de nuestras montañas, nos asomábamos a un mundo que dormía impasible. Nos abatíamos sobre él cuales forajidos nocturnos que garrapiñan residuos. Descendíamos por una senda escabrosa que habíamos ido pavimentando con el hábito de ...Leer más

Elige tu propia aventura

Luqman eligió sabiduría y, al despertar de su sueño, pudo

a) oír solfear al viento.

b) ver que su pasado había sido dejado atrás.