“Buenos días, queridos telespectadores de esta gran nación.
Antes de comenzar el programa matutino de hoy, quisiera tejer el relato de lo ocurrido anoche, pues no sólo hemos de abonar la tierra con nuestros seres queridos, cuyos descuajeringados miembros han de encontrar eterno reposo en una fosa común, sino que también hemos de rezar una plegaria por sus almas, que, a diferencia del chasis, no encuentran sepultura y se quedan vagando a este lado de la orilla, imbuyendo en los vivos el deber de atenerse al pacto de sangre que se ha sellado con ellos. De camino a la oficina, la calle se extendía tan sumamente salpicada por restos mortales que me he visto en la obligación de ponerme de puntillas para evitar pisar un tramo sobre el que aún yaciera el cuerpo inerte de un niño. Con la cabeza gacha, trataba de avanzar espantando a manotazos la escenificación de la barbarie que se desplegaba ante mí. No quería acabar de constatar el truculento decorado. Sobre una pila de escombros, vislumbré los dedos de Mariam ...Leer más