Mantengo mi condición en secreto. Los únicos que saben que no me siento atraído por el sexo opuesto son los médicos que me han tratado. No fue hasta la adolescencia que empecé a darme cuenta de que no era como el resto de los hombres a mi alrededor. Lo primero que hice fue comprarme y estudiarme media estantería de libros de psicología para averiguar qué debía hacer para reparar mi virilidad. No obstante, aquello no surtió el efecto deseado y, para cuando por fin me percaté de que necesitaba ayuda profesional y pedí cita en la consulta de un médico, me dijeron que llegaba demasiado tarde y que lo mío ya no tenía remedio.
Hoy cumplo medio siglo, pero no tengo pensado celebrarlo. La última vez que recuerdo haber festejado mi cumpleaños fue hace ya quince años, cuando Hala vino a traerme una caja de dulces decorada con flores de manzano de la pastelería de la esquina, que resulta ser de las más famosas de la ciudad. Yo es que vivo cerca del casco antiguo, en el barrio ...Leer más