La casa se halla sumida en penumbras y un silencio sepulcral. Es una noche sin luna. Además, se ha ido la luz. Él está acojonado. Se asoma por el balcón al lago Qarun. Las aguas están en calma. No permiten aventurar la tormenta que se avecina. Tiene que mantenerse ojo avizor, pues el muy hijo de puta que le ha arruinado la vida se halla al acecho. Primero, se cargó a su querido padre. Le inoculó una enfermedad incurable. Y a la muerte de este, él y su madre dejaron de poder cubrir gastos y se endeudaron. Lo perdieron todo, salvo por la casa y las tierras que la rodean.
Después fue su madre la que enfermó y la espichó. No lo puede probar, pero está convencido de que la culpa recae en él. Le duele recordar. Se ha quedado solo ante el peligro. Al entierro de su madre acudió toda su familia extendida para darle el pésame. Debieron pensar que se le había ido la olla al oírle hablar de un bicho como si ...Leer más