El chaval y la fortaleza

Bordj El Kiffan Algeria

Ahmed, a sus seis abriles, ya está hecho todo un machote de mente despierta, curiosidad pujante, imaginación galopante y cándidos rasgos faciales. Reside en la ciudad de la fortaleza de alto copete erigida junto al mar en medio de una playa de dunas de arena fina que recibe el nombre de “Bordj El Kiffan”, que, por estos lares, se deja en la versión apocopada de “Bordj”. Fue construida por militares hace varios siglos, durante el imperio otomano. En otro tiempo, era defendida por todo un escuadrón de soldados que se colocaban al pie de los suntuosos cañones que, asomando el morro por las almenas, aún coronan la estructura y acerca de los que a la sazón circulaba una plétora de leyendas de terror destinadas a mantener a los moros lejos de la costa.

Su imponente silueta se recorta contra el azul soñador que casa una tonalidad celeste con una marítima. Su misión consistía en atalayar las aguas para evitar que ningún forajido que, de lejos, pudiera haberle echado el ojo a la joya que se extendía tierra adentro se aventurara a soltar amarras y acercarse ...Leer más

La muela del juicio

Kobani Syria

“Muela del juicio,
como si se tratara lo que me aplasta de algo corriente y moliente,
como si se tratara de avena que me fuera a ayudar a hacer la digestión,
muéleme los pesares, hazlos puré alible.”

No somos cuatro gatos. Somos cientos de miles, sólo que estamos dispersos, repartidos a ambos lados de las fronteras políticas, en un territorio que no se halla bajo nuestra jurisdicción.

A las afueras de la ciudad de Kobane, en un recodo del mundo presa del terror, una belleza curda se recuesta sobre una colina que su unidad tiene el deber de defender.

Con ambas manos, Berivan estruja su fusil de asalto como si le pudiera exprimir protección, afina la voz y, como si le fuera la vida en ello, canta a su muela del juicio. Todo sea por, cuando menos, fingir que uno puede olvidarse, aunque sea brevemente, de la desesperación imperante.

Da la sensación de que la negra noche se dilata a placer y ella teme no llegar nunca a poder dejarla atrás en la noche de los tiempos. De hecho, teme no llegar a ...Leer más

Turbante añil

Hoggar Mountains, Algeria

Sus ojos arrojan por entre los pliegues de su turbante añil una mirada asendereada que se posa en el espejo retrovisor. De pronto, el mundo entero parece girar en torno a lo que encierra esa mirada que se pierde en el horizonte que dejamos atrás. Se halla ocupando el asiento del copiloto para indicar al conductor cómo llegar al macizo de Ahaggar.

Los minutos se nos conceden con cuentagotas. La sinuosa pista de tierra por la que conducimos se extiende infinita ante nosotros. Por la ventanilla, las dunas del desierto se dejan ver componiendo el paisaje. Para que el trayecto no se me haga tan plomizo, fijo la vista en el reflejo del rostro velado de Azuz que cristaliza en el espejo retrovisor. Además, necesito romper el hechizo que ejerce sobre mí su mirada, aunque, en el fondo, sepa que de nada sirve, pues, cuanto más la estudio, más se me escapa, más me atrapa, y lentamente me voy hundiendo en el piélago de sentidos que comporta. Me retrepo en el asiento y, de pronto, nuestras miradas se cruzan. Azuz se ha incorporado para ...Leer más

El edificio amarillo

1-4

Seguía siendo el mismo, a pesar de que la pintura amarilla de sus paredes se hubiera desconchado y oscurecido. Bastante había aguantado en pie con todo lo que había llovido a lo largo de los años.

Erguido frente al colegio, me puse a recordar. Me acordaba como si hubiera ocurrido el día anterior de cuando de niño pedí ser transferido de vuelta a ese colegio. Se armó un revuelo del quince. El mundo se puso en mi contra. Hasta al gobierno, al que casi nunca se le daba vela en nuestros entierros, se le dejaba meter baza. Por lo visto, había sido expedida una ordenanza que establecía que los niños debían acudir a los colegios que hubiera en la vecindad de sus domicilios. Nos habíamos mudado hacía un año a las afueras y, por ende, a mí me tocaba cambiarme de colegio.

Pese a que el colegio nuevo se hallaba a un tiro de piedra de casa, en la plaza central del pueblecito en el que vivíamos, que se hallaba poblada de palmeras y árboles de todo tipo, el interior del colegio se revelaba desolador. Ni árboles, ni flores, ni pajarillos, ...Leer más

¿No es cuando cae la noche que se dejan ver los ladrones?

Ain El Kebira, Algerian countryside

Me hallaba doblando ropa cuando, de pronto, vi un trozo de papel entrar volando por la ventana abierta y caer a mis pies. Me agaché, lo recogí del suelo y advertí que contenía una nota que decía:

“Trepa que te trepa, tras el bosque.”

Debajo, figuraba una nota al pie:

“Lucas 9:11”

Me metí en Internet para consultar la Biblia online. El versículo en cuestión rezaba:

“Pero cuando la gente se dio cuenta de esto, le siguió.”

Aquel mensaje me tenía súper intrigada, por lo que decidí ponerme a investigar su significado, empezando por dar con el paradero del lugar al que hacía alusión.

Había quedado con una amiga para el día siguiente. En principio, teníamos previsto pasarnos el día comiéndonos los mocos, pero, a la luz de los recientes acontecimientos, se me ocurrió llamarla para proponerle un plan mejor.

-¡Hola, Tina! ¿Cómo andas?

-¡Hola, Emma! Tengo novedades.

Por un instante, dudé si contárselo. Pero ella enseguida se percató de mi vacilación y me instó a que continuara hablando.

-Me he encontrado un mensaje críptico escrito en un trozo de papel amarillento. ¿Te acuerdas del extranjero aquel? Creo que es quien me lo ha hecho llegar. ...Leer más

Viven juntos en Babia, pero él sueña con regresar a Marte y ella, a Venus

Wadi Rum in Jordan

Quedaban para encontrarse al ocaso en las montañas una vez al mes. Las noches en la cumbre son gélidas y sorprendentemente pacíficas. Soñaban a lo grande, a lo monumental. A su alrededor, la naturaleza brillaba con colores tan vívidos que los llevaba a ellos a lividecer … hasta que la primavera llegó a su fin.

Se erguía en la cima de aquel monte púrpura que había asimilado la percusión de sus azarosos pasos y dejaba trotar su mirada por la enigmática ladera. Seguidamente, alzaba la vista al cielo y a las estrellas y los invocaba: “Con lo grande que es el mundo, ¿por qué tengo la constante impresión de que escasea el aire para respirar?”

Recordaba la primera vez que se sintió levitar. Las plantas de sus pies se despegaron del suelo y una versión suya de traza ingrávida se desprendió de ella y sobrevoló el mundo. Se sentía beoda de felicidad. Era como si hubiera adquirido la habilidad de hacerse invisible, de desaparecer tras una sonrisa tonta.

Aquel día, había trepado por el monte a toda brida, como ...Leer más

El palacio

Faculty of Veterinary, Idfina, Egypt

¿Quién no ha soñado alguna vez con amanecer un día siendo un rey? Sé que sólo los niños se permiten soñar sin cargo de conciencia con convertirse en príncipes azules. A fin de cuentas, lo de lograr que una hermosa joven caiga rendida a los pies de uno y se preste a cabalgar con uno a lomos de un blanco corcel es algo que indudablemente ya sólo ocurre en las películas. No obstante, por mucho que me pese, he de confesar que yo también he caído en la tentación de dejarme llevar por mis ensoñaciones. Repetidas veces, para más inri. Cada vez que visitaba el palacio de Idfina, que fue uno de los palacios del rey Faruq, que gobernó Egipto y Sudán hasta principios de los años cincuenta del siglo pasado.

Cada vez que, de niño, mis padres me llevaban a visitar a mi familia materna, que vivía en Idfina, mi tío me invitaba a que le acompañara a su lugar de trabajo, que era nada más y nada menos que el palacio, que había sido rehabilitado para alojar la Facultad de Veterinaria. ...Leer más

Esa pócima con pinta de cortinaje opaco que deja un regusto amargo

Argana cafe and Yemaa el Fna square in Marrakesh

Tomo el café solo, sobre todo si es de buena calidad, como el que sirven en el café Argana, que es una cafetería chulísima a la que, desde que mi esposo y yo nos prometimos, acudimos cada vez que visitamos Marrakech. Nos gusta sentarnos en la terraza para poder asomarnos a la bulliciosa plaza de Yamaa el Fna, que nos trae recuerdos de nuestra historia compartida. A mi esposo, Arif, el sitio le chifla. De hecho, hizo en su momento un documental sobre los cafés de la plaza en el que el café Argana jugaba, como no podía ser de otro modo, el papel protagonista. Asimismo, varios de los relatos que ha escrito acerca de cómo nos enamoramos el uno del otro están ambientados en este café.

Aquel día, habíamos ido al café Argana, nos habíamos sentado en nuestro sitio habitual, habíamos pedido unos refrescos y, mientras los niños brincaban a nuestro alrededor, nos habíamos puesto a charlar de lo divino y de lo humano, y a disfrutar las vistas sobre la colorida plaza. Los aromas que flotaban en el ...Leer más

Enamorado de la costa africana

Le parc archéologique de Tipaza

Yo soy de Tipaza. Me crié y curtí al calor de la sabiduría que distingue a su bienaventurada gente, que, pese a ser de costumbres rudimentarias y talante sencillo (es lo que tiene dedicarse a arar el campo), se puede jactar de ser honrada. Sus restos arqueológicos de época romana y su gran bagaje cultural en términos generales han conferido a la ciudad un nombre a nivel internacional, y ya son muchos los turistas que la visitan todos los años.

Tengo por costumbre invitar cada año a un amigo mío a pasar las vacaciones de verano en mi ciudad conmigo y mi familia. Este año, ha venido a visitarme una persona de fuera de Argelia por la que siento mucho aprecio. Se llama Omar al-Halbi y es un ciclista sirio al que conocí en el Gran Tour de Argelia, durante el que, gracias a la oportunidad que le brindó el circuito de apreciar la belleza de la región, se quedó prendado de mi ciudad. Le invité para que, en esta ocasión, pudiera ...Leer más

¡Eres un puto cristiano!

Benghazi, Libya

Sentado frente al local, Naguib espanta moscas a manotazos. Desearía poder ahuyentar con la misma facilidad los temores que, en tropel, acuden a su mente y monopolizan su pensamiento. Suspira con vehemencia, en la esperanza de poder expulsar en un soplo la informe mole negra que azota sus entrañas. “Estoy jodido”, dice para su sayo.

De pronto, oye a un desconocido tararear a sus espaldas. La piel se le eriza de lo mucho que desentona en una calle como aquella, en la que se han llegado a cometer todo tipo de atrocidades a la luz del día, alguien que se entrega a un placer tan frívolo y, en apariencia, inocuo como aquel.

Para acallar sus miedos, Naguib le pone letra: “Corazones rotos, miradas errantes, caras de espanto …” Muhammad aparece acompañado de su familia. Al dirigirle la palabra, Naguib pega un respingo.

-¿Cómo lo llevas? -le pregunta.

-Voy tirando.

-¿Este cacho tierra pertenece a alguien o estamos aquí en territorio comanche? -demanda saber el desconocido.

-Has dado en el clavo. Esto es la jungla.

Su amigo, que no ha llegado a ...Leer más